Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez

miércoles, 12 de agosto de 2015


Un viejo periodista decide festejar sus noventa años a lo grande, dándose un regalo que le hará sentir que todavía está vivo: una jovencita virgen y con ella "el principio de una nueva vida a una edad en que la mayoría de los mortales están muertos". En el prostíbulo llega el momento en que ve a la mujer de espaldas, completamente desnuda. Ese acontecimiento cambia su vida radicalmente. Ahora que conoce a esta jovencita se encuentra a punto de morir, pero no de viejo, sino de amor.
Memoria de mis putas tristes cuenta la vida de este anciano solitario, apasionado de la música clásica, nada aficionado a las mascotas y lleno de manías. Por él sabremos cómo en todas sus aventuras sexuales (que no fueron pocas) siempre dio a cambio algo de dinero, pero nunca imaginó que así encontraría el verdadero amor.
Esta novela de Gabriel García Márquez es una conmovedora reflexión que celebra las alegrías del enamoramiento, las desventuras de la vejez y sobre todo lo que sucede cuando sexo y amor se juntan para darle un sentido a la existencia. Nos encontramos ante un relato aparentemente sencillo pero cargado de resonancias, una historia narrada con el excepcional estilo y la maestría en el arte de contar historias de los que solo es capaz el autor colombiano.

Libro único Datos adicionales:
Ya a la venta
Penguin Random House
Sudamericana
112 páginas

Sobre el autor:


Gabriel José de la Concordia García Márquez (6 de marzo de 1927 - 17 de abril de 2014), fue un escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Muchas veces dudé antes de comenzar a leer esta novela. Simplemente creía que no me iba a gustar. Tal vez para los hombres (o para otro tipo de mujeres) un título como el que ha elegido Gabriel García Márquez no le sea un impedimento... Pero a mí, me daba vueltas, no me convencía, no me animaba. ¿Por qué? Tal vez por esas dos palabras juntas en la sinopsis: virginidad y prostitución. Antónimas y no tanto.

El protagonista es un viejo periodista que quiere tirarse su última cañita al aire... Y lo que quiere es calentarse la cama con una chica virgen. Complicado el asunto, si tenemos en cuenta de que la misma deberá ser hallada en un prostíbulo. Pero, la chica aparece y el viejo se enamora. Desde ahí, viviremos con él su cambio, su nueva valoración de la vida.

Son temas muy jodidos. Por un lado, todo el morbo de la virginidad es complicado. Si tenemos en cuenta que la chica tiene catorce años, aún peor. Márquez no le da una valoración demasiado reflexiva al asunto, y seguramente la figura del viejo enamorado es para "suavizar" un poco el cruel hecho de que una niña (porque es eso) deba ingresar a la prostitución. Ni que decir que el viejo es un depravado al que yo le metería una bala entre ceja y ceja (luego de castrarlo con una tijera de podar). Eso deja paso al hecho, de que el otro gran tema de la novela, es la prostitución. Parece no ser la forzada (no hay chicas llorando porque las obligan), ¿pero hasta qué punto la prostitución puede ser voluntaria? Y ahí viene el hecho de que es solo una novela, que no se la puede tomar como otra cosa, que estoy dando demasiadas vueltas a un "hecho literario". Pero aún así, estos planteos están, cuando el narrador califica "Recogía su cosecha entre las menores de edad que hacían mercado en su tienda, a las cuales iniciaba y exprimía hasta que pasaban a la vida peor de putas graduadas en el burdel histórico de la Negra Eufemia."

Al final, la novela no me gustó, pero tampoco me escandalizó. El autor tiene un estilo que cautiva, lo hace en todos sus libros, y éste no es la excepción. La temática arruinó ya desde un comienzo mi predisposición a pasar un buen rato entre sus páginas, pero una vez que ya estaba inmersa en la lectura, me reconocí enganchada con los delirios del viejo, con el gato (el animal, che, estoy hablando del animal) que se gana sus momentos de gloria y con Delgadina, la joven virgen que acepta ponerle precio a su inocencia.

Tal vez se deba a que nunca sucede nada (y allí no sé si es que el autor buscaba eso... o no se animó a más), o que la transformación del viejo me ha resultado forzada, que el libro me parece incompleto. Lo único que salvo son las maravillosas descripciones. La relación de amor resulta tan solo una excusa para esquivar el miedo a morir solo.

¿Es una buena novela? ¿La recomiendo? No, para nada. Jamás, de los jamases, recomendaría algo así. Pero aquí está el libro, en mi estantería, junto a todos los otros de Márquez, y es una lectura sencilla, breve y entretenida que considerar.


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